Bienvenidos a la era de la postverdad

Se ha instalado a nivel global un concepto conocido como post verdad. El flujo de información es tal y los canales tan variados y distintos que muchas veces la verdad se diluye en un mar de certezas y falsedades difíciles de comprobar.

La evidencia de lo que es cierto y lo que no, lo que es verificable y lo que es fantasioso está sufriendo una erosión sin precedentes en la opinión pública internacional. No hablamos de la mentira, fácilmente identificable y comprobable, hablamos de los rumores y las versiones contradictorias e inconexas que circulan en la sociedad barriendo todo eco de lógica y dejando al margen a los hechos. Hablamos, también, de la superficialidad que invade lo realmente noticiable. Ahora, en lugar de profundizar y analizar las situaciones que interesan a la sociedad, nos quedamos en la piel del asunto y criticamos los malos modos, las salidas de tono o los vaciles de los protagonistas.

La audiencia, tanto de medios como de políticos, está engullida por las redes sociales y el postureo hasta tal punto que apenas se interesan más allá del titular o de la foto. Un gran caldo de cultivo para estos defensores de la postverdad que claman un maquillaje continuo de las noticias para evitar tener que dar explicaciones sobre ningún tema delicado.

Si la prensa debe ser el perro guardián de la democracia y buscar la verdad pese a quien le pese, estamos suspendiendo. Bien porque muchos medios han caído en la comodidad que suscita esa postverdad, o porque no sabemos llamar la atención de aquellos a los que denominamos Millennials, y que no son más que nativos tecnológicos, que se conforman con lo que se pueda explicar en 140 caracteres.

La postverdad, como cualquier moda, pasará. Dejará, eso sí, víctimas a su paso. Pero su experiencia también nos dará herramientas para movernos por un nuevo contexto mundial. No te conformes con lo que te digan, averigua si eso que te dicen es cierto o sólo un mensaje promocionado por la postverdad.