El futuro de la gobernanza económica europea

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, en su discurso sobre el Estado de la Unión en septiembre, se comprometió a reanudar el debate para llegar a un consenso sobre el futuro de la gobernanza económica de la UE.Este tema se planteó en febrero de 2020 pero tuvo que ser suspendido para centrar la atención en responder a las repercusiones económicas y sociales de la pandemia. Ahora que la economía de la UE está saliendo con fuerza de esta crisis y el crecimiento del PIB podría superar el 4.8% este año, la Comisión propone un debate inclusivo y sosegado para reformar las reglas fiscales que reflejen la nueva realidad y den el mejor resultado posible.

Los comisarios Valdis Dombrovskis y Paolo Gentiloni, insistieron en la necesidad de llevar a cabo una evaluación honesta de las luces y sobras de las reglas actuales para reconocer los puntos fuertes y cambiar los débiles. Las normas actuales “han contribuido a mantener unas finanzas públicas sostenibles, por ejemplo, el umbral de déficit del 3% ha servido de referencia para evitar la acumulación de déficits excesivos. Ha ayudado también a corregir los déficits externos, que tanto contribuyeron a desencadenar la anterior crisis. Y además, ha servido de marco base para coordinar las políticas económicas nacionales” explicaban.

La reforma esperada y para la cual se ha abierto una consulta pública hasta finales de año para que todas las partes (instituciones europeas, autoridades nacionales, interlocutores sociales y mundo académico) puedan aportar su visión, deberá hacer frente a los problemas que las reglas fiscales actuales no consiguieron frenar, como por ejemplo, los niveles de deuda.

Según Gentiloni, “los niveles de deuda de algunos países seguían siendo altos antes de la pandemia, las políticas fiscales raramente se adaptaban al ciclo económico, y los ajustes se realizaban a menudo recortando la inversión pública. Muchos países de la Unión hacían frente a la vez a otros problemas como un crecimiento exiguo y una inflación baja persistentes”. Además, la autocrítica va un paso más allá, desde la Comisión se reconoce que las reglas resultaban complejas y difíciles de entender lo cual no ayudaba a generar compromiso político.

La pandemia, los pactos y normas suspendidos, la deuda pública en aumento, la necesidad de una inversión urgente, también por el deseo de llevar a cabo la transición ecológica y digital, son factores que muestran el escenario en el que nos encontramos y que obligan a estudiar cómo conseguir unas finanzas públicas sanas para poder responder a futuras crisis y mantener costes de financiación bajos que apoyen un crecimiento económico sostenido.

En el primer trimestre de 2022, la Comisión publicará orientaciones que ayuden a guiar las políticas fiscales de los estados miembros en el siguiente periodo, con el objetivo de lograr un consenso amplio sobre el futuro de la gobernanza económica antes de 2023.