El error de querer regular lo que dicen los medios

El presidente del Gobierno ha anunciado un paquete de medidas bajo el apelativo de “calidad democrática”, entre los que incluirá cambios legislativos “para acabar con los bulos”. Pedro Sánchez estaría contemplando, al parecer, multas para los medios o influencers que distribuyan noticias falsas y prohibir licitar a las empresas que contribuyan económicamente a los propagadores de fake news.

Afectado por noticias relativas a su familia y con una exigua mayoría parlamentaria marcada por agendas políticas diversas -e incluso contrapuestas- entre los partidos del bloque de la investidura, el presidente busca elementos de unión a la contra para continuar la legislatura (ya sea la oposición, los jueces o los medios críticos).

El principal problema que subyace en las medidas que afectarán a los medios está en delimitar quien define qué es bulo -y que no- en medio de una cainita lucha partidista y un clima de polarización social marcado por un cada vez mayor sectarismo y apriorismo ideológico. ¿Los jueces? ¿El Gobierno? ¿Sus asesores? Suena peligroso.

Todos los regímenes han tenido en algún momento la tentación de “regular” los medios para perpetuarse en el poder y atenazar las voces críticas, un camino que termina mal para las libertades públicas.

El llamado cuarto poder es y debe ser el más libre de todos, porque es el que permite detectar los fallos y abusos de todos los demás. Es esa labor de escrutinio público sobre todo -y sobre todos- el que hace del ejercicio del periodismo el mas noble oficio y el más necesario en una democracia.

Si un medio difunde bulos serán los propios lectores los que lo den de lado al igual que un consumidor no va a un supermercado que le surte de comida en mal estado. Lo contrario significa menospreciar el intelecto y la capacidad de raciocinio de los votantes de uno y otro signo.

La frontera entre la regulación y la censura, o incluso, la persecución ideológica es muy fina y, lejos de contribuir a la distensión que hace falta en España, contribuirá a exasperar los ánimos.