Debate 4M: ¿Quién ganó?
El debate del pasado miércoles, 21 de abril, fue el primer y el último de las elecciones anticipadas que vive Madrid. Lo siguieron casi un millón de madrileños y lo retransmitieron por tres cadenas de televisión (dos nacionales y una autonómica). Era un evento marcado en la agenda por su importancia. Y más en estas, que están enmarcadas dentro de una situación única: una pandemia mundial donde la sanidad ha cobrado una importancia crucial, tanto como la economía. Además, era clave para convencer a 600.000 indecisos.
Desde que desapareció el bipartidismo, hemos vivido debates a cuatro, a cinco y a seis, que ha diluido la esencia de los debates: un verdadero cara a cara. Ahora es más complicado manejar las réplicas y que los mensajes sean los verdaderos protagonistas.
El debate, organizado por Telemadrid, tuvo un poco de todo: bronca, reproches entre los candidatos, alguna que otra propuesta y acusaciones entre unos y otros. Nada nuevo.
Llegada
Hay que recordar que el debate no empieza únicamente cuando se enciende la luz roja del plató, sino que los candidatos aprovechan el foco mediático en todo momento desde la llegada hasta la salida.
Como suele ser habitual, tanto los turnos de preguntas como la posición en el plató fue por sorteo. Cada candidato tenía asignado una hora de llegada al complejo de Radio Televisión Madrileña con un intervalo de 10 minutos entre políticos.
El primero en llegar fue Edmundo Bal, que sorprendió a todos con su llegada: en una Harley-Davidson con unos vaqueros ajustados y chaqueta de cuero. Fue una de las llegadas más comentadas. Rompió moldes. Llegó escoltado por un autobús de su partido ondeando diferentes banderas: la de España, la de la Comunidad de Madrid, la de Europa y la de la LGTBI. Quisieron dar la sensación de que había gente que le apoyaba y que estaba respaldo por un gran grupo de electores, quizá para lanzar el mensaje de que el voto a Ciudadanos no es un voto perdido, ya que las encuestas ponen en duda que supere el 5% necesario para tener representación en la Asamblea de Madrid.
La actual presidenta de la Comunidad Madrid, Isabel Díaz Ayuso, paró su coche a unos 500 metros de la entrada y el último recorrido lo hizo a pie. “Escoltada” por sus asesores, aprovecho ese trayecto para saludar e intercambiar algunas palabras, e incluso fotos, con algún viandante que pasaba por ahí. El objetivo: dar la imagen de cercanía. Llegaba con un pantalón negro, una chaqueta roja y una blusa blanca, haciendo el guiño a la bandera de la Comunidad de Madrid.
Rocío Monasterio, candidata de Vox, fue la que más se hizo de rogar. Se retrasó unos minutos, llegó a pie y sin mascarilla. Se la puso después, para hablar con los medios antes de entrar. Pero… ¿este detalle es un despiste o un mensaje? Llegaba con una blusa blanca, pantalón negro y chaqueta morada.
Tras la candidata de Vox, apareció en escena Ángel Gabilondo, del PSOE. Llegó andando. Justo antes de entrar, a una de sus asesoras se le cayó una carpeta con papeles. El candidato, con su traje impoluto y corbata roja, ayudó rápidamente a su compañera dando la imagen involuntaria de que era rápido y ágil.
La siguiente en aparecer fue Mónica García, candidata de Más Madrid. Llegó de manera tradicional, sin nada reseñable. Únicamente con un traje rojo y blusa blanca, muy similar al de la presidente en funciones de la Comunidad de Madrid.
El último, Pablo Iglesias, que dejó la vicepresencia para “combatir” a la derecha en Madrid. Como ya nos tiene acostumbrados, llegó en taxi. Y sabedor de lo que se jugaba, paró en cada corrillo de periodistas para hablar y comenzar a lanzar mensajes. Acudió al debate con chaqueta azul y camisa blanca. Sin corbata y con el pelo recogido. Como es su estilo habitual.
El Debate
Durante el debate, los candidatos pudieron hacer réplicas sin pedir permiso e interrumpirse para rebatir aspectos de todo tipo. La diferencia con otros debates anteriores fue que la sanidad y la gestión de la pandemia centraron la mayoría de los temas. La economía también ocupó un papel importante, pero fue más secundario de lo habitual.
A continuación, hacemos un resumen con los aciertos y errores de cada uno de los candidatos:
Pablo Iglesias
Maneja muy bien este tipo de formatos. Se siente a gusto y sabe colocar mensajes o frases para desorientar a su rival. De hecho, protagonizó uno de los momentos más tensos del debate junto a Isabel Díaz Ayuso.
Siempre con su boli en la mano, explicó datos relacionados con la pandemia y la Comunidad de Madrid para intentar dejar patente la gestión del Gobierno madrileño. Sin embargo, dio la impresión de que era un agente externo que no había vivido desde dentro la pandemia en Madrid. Como un forastero que llega a un pueblo del lejano oeste. Eso le pasó factura en las encuestas posteriores al debate.
Su estrategia fue la interpelación. Bombardeo a Díaz Ayuso con preguntas de todo tipo para intentar retratar que no estaba del todo involucrada en la gestión de la Comunidad. Algo que tampoco consiguió dado las respuestas en las redes sociales ante esta estrategia.
Rocío Monasterio
Su director de campaña afirmó que Monasterio acudió al debate para “decir grandes verdades”. Y lo intentó. Su discurso fue de confrontación con todos. Muy poco con el PP y mucho con el bloque de la izquierda. Sacó papeles, carteles electorales, infografías y montajes para intentar dejar en evidencia a Pablo Iglesias.
Simplificó su mensaje a la hora de transmitirlo. Utilizo el recurso del Storytelling en alguna ocasión. Su plan era evidenciar al resto. Para conseguirlo, intentó conseguir el foco y el protagonismo para ganar puntos, pero apenas lo consiguió.
Mónica García
Su primer debate. Empezó nerviosa y sin dar mucha confianza. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos iba cogiendo fuerza. Tanta, que fue una de las ganadoras junto con Isabel Díaz Ayuso, según las encuestas.
Hizo bien en fortalecer su perfil profesional (médico de profesión) ante la temática del debate. Resistió los envites de Podemos para que radicalizase su discurso. Y enfrentó datos con Isabel Díaz Ayuso.
Sin embargo, no consiguió desarrollar las propuestas de su programa. Muchas veces caía en el error de dar pinceladas de lo que necesita Madrid sin entrar en cosas concretas. Algo que le restó credibilidad.
Isabel Díaz Ayuso
Era el rival a batir. Las encuestas le dan ganadora con una amplia ventaja. Y solo tenía que resistir y aguantar los envites de la izquierda. Supo marcar los tiempo y llevar la conversación de un lado a otro.
Sin embargo, la “bronca” que tuvo con Pablo Iglesias la dejo tocada y marcó un antes y después en el debate. Si no era interpelada directamente, no participaba. Es decir, estaba a la defensiva.
Sin embargo, a pesar de esa actitud todas las encuestas posteriores le dieron como ganadora del debate.
Ángel Gabilondo
Durante sus intervenciones repitió una y otra vez que el candidato era él y no era Pedro Sánchez. Lo repitió hasta la saciedad. Su carácter introvertido intentó combatirlo con ironía. Y dio un giro radical a su estrategia de campaña: “Pablo, tenemos 12 días para ganar las elecciones”.
En temas claves, como impuestos, no profundizó y no dejó claro qué haría. Un tema tabú que siempre le ha costado a la izquierda. Dio imagen de candidato serio, pero abandonó el centro que intenta encarnar con la mano tendida a Podemos.
Edmundo Bal
De la chaqueta de cuero paso al traje con camisa sin corbata. Intentó huir de la confrontación y desempeñar un papel conciliador. Fue el único que propuso cosas concretas. Durante el tiempo que duró el debate, puso el énfasis en la gestión de los consejeros de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, intentando lanzar el mensaje de que ellos no solo sirven para la oposición, sino que sirven también para gestionar.
Sin embargo, el debate polarizado le penalizó y no supo hacerse un hueco con las subidas de tono y los reproches entre unos y otros.
Salida y día después
Una vez apagado el piloto rojo del plató, los candidatos tuvieron la oportunidad de hablar solo ante los medios. Sin interrupciones. Con propiedad y primeras impresiones. Aquí hubo varios partidos que cometieron un error.
Esos partidos fueron Vox, Mas Madrid y Ciudadanos. Rocío Monasterio se encaminó a la salida nada más terminar el debate y fue interceptada por la prensa. Se veía que estaba perdida. No aprovechó a colocar el mensaje clave. Se limitó a decir que había ganado e irse.
En cambio, Más Madrid y Ciudadanos enviaron a los directores de campaña para comentar cómo habían visto el debate. Pero no aprovecharon para seguir colocando ese mensaje tan importante para un evento así. No transmitieron cercanía.
Sin embargo, PP, PSOE y Podemos supieron ver la importancia de ese momento. Y fueron los candidatos los que dieron la cara y aprovecharon a recordar los mensajes. Sin embargo, no todo son palabras, sino gestos. Pablo Iglesias fue uno de los primeros en marcharse y no lo hizo en taxi como acudió al debate, sino en coche privado lo que levantó cierta polémica en los medios.
Un debate te sirve de trampolín para lanzar los mensajes. Si lo has hecho bien y has sabido lanzar los mensajes de manera sencilla, posiblemente, ese total esté en todos los telediarios del día siguiente. Y es lo que sucedió. Los periódicos, informativos y boletines recogieron muchas intervenciones y frases breves que llamaron la atención.
De hecho, casi todos los candidatos aprovecharon la percha al día siguiente para hacer entrevistas en medios de gran difusión para seguir la inercia del debate. Sin embargo, no sabremos el impacto que tendrá todas estas acciones hasta las elecciones del martes, 4 de marzo.
Comments are closed.