¿Quién ganó el debate?

En apenas 26 horas hemos sido testigos de dos debates electorales. Los cuatro candidatos a la presidencia planificaron la estrategia, los argumentos, los gestos, las réplicas. Eran conscientes de que era un partido a doble vuelta.

Con motivo de estos hechos, en Carter Lane hemos querido analizar algunos aspectos interesantes sobre el lenguaje oral y corporal que se ha empleado en estos debates televisivos. Así, podremos saber, desde el punto de vista de la comunicación, quién ganó en estos debates a cuatro. No entramos a valorar las ideas de ninguno de los candidatos que intervinieron, sino que nos centraremos en los principales elementos comunicativos que emplearon.

Pedro Sánchez: El candidato del Partido Socialista (PSOE) llegó a los debates encabezando las encuestas, y sabiendo que iba a ser el principal blanco de sus oponentes. Así, tomó una posición defensiva y reactiva; lo que provocó que los mensajes que transmitió el actual presidente del Gobierno estuvieran marcados por el discurso del resto de candidatos, en vez de tratar de marcar él mismo los tiempos del discurso.

El candidato Sánchez se quedó corto. Es decir, en un debate (y más si quieres dar esa imagen presidencial) debes encontrar la forma en el que el mensaje prevalezca y marque la pauta. Sin embargo, se dejó llevar por la pasividad y casi no marcó el ritmo del debate.

Asimismo, el presidente no es la persona más empática en cuanto a lenguaje gestual. Si bien es cierto que tiene un tono de voz claro y suele ser escueto, carece de gestos y actitudes que le permitirían enfatizar los mensajes que lanza. Su recurso más repetido, una media sonrisa irónica, cuando algún argumento no le convencía.

Pablo Casado: El líder del Partido Popular (PP) se encuentra ante sus primeras elecciones tras ganar en las primarias en junio. Esto significa que, de los cuatro, es el que menos experiencia tiene en estas lides. Pese a ello, durante el segundo debate, Casado se mostró duro y ofensivo, especialmente hacia el PSOE. Adoptar este tipo de actitud es arriesgado, ya que uno puede ser víctima de contraataques de la misma naturaleza, como ocurrió.

Si bien es cierto que, al inicio de los debates, se centró en su propuesta, explicando medidas concretas del programa electoral, y en un tono más calmado; a medida que la conversación avanzaba, la solidez de los mensajes se desvaneció por momentos, aunque mantuvo una imagen de calma y compostura.

Albert Rivera: Es posible que el candidato de Ciudadanos fuera quien tuviera las expectativas más altas de cara a los debates, especialmente teniendo en cuenta que hay un elevado número de votantes indecisos. Esto podría explicar la actitud tan agresiva que tomó desde sus primeras intervenciones, en las que hacía alusiones constantes, y donde trataba de presionar a los otros candidatos.

Sus intervenciones estaban bien preparadas, sin duda, y muchos de sus argumentos llevaban alguna aportación en forma física, ya fueran noticias, fotografías, documentos, etc… pero puede que estuvieran demasiado preparadas, hasta el punto, en ocasiones, de sonar artificial.

Además, su agresividad le pasó cierta factura, al mostrarse nervioso e irritado a lo largo de los debates, donde interrumpió sin cesar a sus oponentes. Es posible que, en cuanto a lenguaje corporal, sea quién empleó más recursos; pueden verse detalles en los ojos, el movimiento de las cejas, la boca, las manos… pero esto no quiere decir que fuera quién mejor lo hizo, ya que, en varias ocasiones, abusó tanto de ellos, que podría llegar a parecer histriónico.

Pablo Iglesias: Fue muy sorprendente el cambio de actitud del líder de Unidas Podemos (UP) en los debates. Iglesias siempre se había caracterizado por estar en disposición de lucha, ser el agresivo, quién atacaba a sus contrincantes. El cambio al perfil moderado, de tono de voz calmado, referido a la Constitución, y evitando la confrontación con sus oponentes hizo que sus mensajes fueran escuchados claramente durante sus intervenciones.

Siempre llamando a la calma, fue el único de los cuatro que se ciñó constantemente al programa electoral, y quién expuso un mayor número de ideas de forma clara y concisa. Si bien es cierto que el cambio puede resultar un poco impostado, sobre todo si tenemos en cuenta sus pasadas intervenciones en debates, es posible que su temple en esta ocasión le beneficie en mayor o menor medida en las elecciones.

En los debates nunca está claro quién es el ganador o el perdedor, ya que influyen muchos factores desde los pensamientos políticos hasta la ciencia de la Comunicación. De ahí, que muchos expertos de comunicación política opinen que los debates sirven únicamente para “perder votos”. Pero las consecuencias la comprobaremos este domingo, 28 de abril…

Foto: EFE